sábado, abril 21, 2007

El hombre 1ª Parte

Era él y nadie más. Era alto, bajo, gordo, flaco, da lo mismo, era él, y no importa más.

No era un hombre común. Era incluso algo excéntrico, raro, extraño, a veces no parecía un hombre. Pero lo era y se lo recordaba a cada momento, para no olvidarlo, para tratar de comprenderlo, para entenderlo siquiera. Y el tiempo pasaba, y las interrogantes seguían surgiendo y lo acechaban, y lo obligaban a caer y a sentirse desdichado.

No quería vivir. Lo tenía claro hace tanto tiempo, casi desde que tomó conciencia de aquella palabra, de la vida, de vivir, de permanecer en este mundo, donde sólo lo abandonas el día que se le ocurra a alguien, que ni siquiera sabes si existe o no. Y bueno, la otra opción es simplemente el suicidio, y él sabía que no era capaz. Por eso mismo jamás lo había intentado. Y se sentía profundamente frustrado, no podía tener control sobre su vida ni mucho menos sobre su muerte.

Los hechos triviales de su vida no tienen relevancia dentro de esta historia. Levantarse, trabajar, comer, dormir, mezclarse con la gente, no es algo trascendental, porque eso no influye en su historia mental, quizás un poco en su pasado, menos en el presente, pero definitivamente no en su futuro. Tampoco importa su edad, ya que no hay tiempo ni espacio en su cabeza. Podríamos decir que es joven, pero se siente tan cansado que parece mayor siempre.

Poseía una facilidad increíble para pasar de un pensamiento a otro. De su infancia a su futuro, de el trabajo a dormir. De repente se pasaba horas sólo pensando. Creaba cuentos de que él era en realidad otro, de que era feliz y quería vivir, porque su vida era bella, pero al rato esos cuentos ficticios se derrumbaban y le devolvían a un hombre casi invisible, sin norte ni sur, ni nada, porque en realidad no tenía nada. Y si es que tenía algo, no importa, no tenía pasión, no tenía amor.

Creía nunca haberse enamorado. Por lo menos no del amor que a diario veía en la calles, ni mucho menos alguno que le hiciera perder la cabeza. El sexo era algo tan lejano, que ni siquiera se masturbaba para satisfacerse a si mismo, no tenía sentido. Sin embargo, y eso sólo lo había escrito por ahí en alguna parte, lo que más necesitaba era a alguien a su lado, odiaba estar solo, casi tanto como odiaba estar rodeado de gente. Una contradicción tremenda, pero al final siempre terminaba estando solo. Era más cómodo, y porque en general nadie se acercaba.

Pensaba mucho en aquello que no había hecho. También en lo que había hecho. En sus orígenes, y como llegó a estar donde estaba. Pero habían ciertos vacíos mentales que le hacían dudar. Había acudido a un especialista, y le había diagnosticado "Lagunas Mentales" provocadas por emociones fuertes y traumas, pero no le había solucionada nada. No lo esperaba tampoco, pero por lo menos encontrar consuelo y por fin entenderse. Porque verdaderamente no se entendía, esa era la verdad de las cosas. Se veía a si mismo muchas veces representando un papel, a veces incluso sentía asco de esto. Otras veces se mantenía al margen, hablaba banalidades, y pensaba en otras cosas mientras, había logrado desarrollar de una manera impresionante eso de evadirse, de estar hablando algo, pero pensando en otra cosa de manera de no descuidar ninguna de las dos partes.

No tenía amigos, o por lo menos ninguno en cual confiara. Era imposible según su punto de vista, ya que ni siquiera confiaba en si mismo.

Lo que él no sabía, es que si seguía así, iba a terminar muriendo. Aunque no padecía ninguna enfermedad terminal, si se estaba quedando sin alma, y sería un muerto en vida. Tampoco sabía que tenía que tomar las riendas del asunto, porque de a poco, muy de a poco, perdía sentido su existencia. Y por último, y esto es mucho más importante, no sabía que alguien entraría en su vida, y sólo cabían dos posibilidades, o vencer o morir.

1 comentario:

Adolfo Andrés dijo...

Es por eso que antes de poder estar con otros, hay que saber estar con uno mismo, no sufrir la soledad, sino que aprender de ella, y saber encontrar ahí tambien la felicidad.

Saludos, angelito de la vida.
Adolfo
http://adolfoalvarez.blogspot.com