jueves, febrero 23, 2006

El Pianista 9ª Parte


Consiguió su teléfono, aunque sólo por poseerlo. Ni en 100 años se atrevería a llamarlo. Ella jamás llamaba a un tipo, ellos eran los que la llamaban...
Como meta se propuso ese mes frecuentar todos los bares en lo que sabía que él tocaba algunas veces. Ese era su mejor modo de actuar, plantearse metas a corto plazo para cumplirlas... Había esperado, aunque se lo negara, muchos años por senrit algo así, por lo que tenía que actuar cautelosamente si es que realmente quería conquistarlo.
Francesca se sentía ahorada en su trabajo... Sentía que no tenía sentido nada, sabiendo que un pianista la podía hacer llegar a las estrellas con sólo interpretar algunos acordes...
Esa noche partió al bar de la esquina. Otro pianista tocó algunas piezas. Se romó un trago y salió de aquel lugar esperando tener suerte la próxima noche.

Unos días después fue a otro lugar, pero sólo escuchó un poco de jazz.
Otra vez, fue de casualidad al restorant en donde lo vió por 2ª vez, pero esa noche no había música en vivo.
Así se pasó todo el mes, de un lugar a otro. Canceló muchas citas para ir de un lugar a otro, pero nada encontró.
Hasta que una noche, desesperanzada del todo, volvió al bar de la esquina. En una mesa, reconoció a un diseñador con el que había trabajado unos meses atrás... Se llamaba Ivan. Pensó saludarlo, pero al instante se arrepintió, no tenía sentido.
Al poco rato, su pianista apareció en el escenario... Una ola de calor recorrió todo su cuerpo, y no pudo más que relajarse para disfrutar en su totalidad los sonidos de aquel piano maravilloso...
Al terminar, como se acostumbraba, todos aplaudieron. Por primera vez, Francesca notó una sonrisa en los labios de Rodrigo, como de satisfacción por la presentación, y ella también sonrió.
Rodrigo se apresuró a bajar de ahí e ir a saludar a sus amigos. A Francesca casi se le dispara el corazón, cuando vió que se acercaba al tipo que conocía, Ivan, y otro que lo acompañaba. No lo pensó dos veces, y partió hacia donde estaban los tres hombres...

El Pianista 8ª Parte


Como primera medida, para salir de ese mundo solitario, Rodrigo se propuso recuperar a sus antiguos buenos amigos, aquellos que habían estado siempre, incluso en la muerte de Cristina y después, aunque él los había lejado poco a poco...
Cuando era más joven, aunque no era un Don Juan, tenía una chispa que lo hacía llegar a todas partes... Cómico por naturaleza, las mujeres lo buscaban tanto como amigo como pareja.... Era sin duda una excelente persona... En eso, seguramente, se había fijado Cristina y la había enamorado de tal forma que jamás le fue infiel ni tuvo dudas respecto a su amor y su relación...

Primero llamó a Gaspar, un amigo del colegio. Por él había conocido a su esposa. Cuando habían salido del colegio, ambos se fueron a la facultad de música. Gaspar estudiaba Saxo, su pasión era el Jazz. Conoció a Cristina porque le llamó mucho la atención. Era una mujer bella e interesante, como pocas se encontraban enla facultad, pensaba él. Al momento se la presentó a Rodrigo y mágicamente ya no hubo forma de separarlos. A Gaspar no le importó, ya que luego se hicieron muy buenos amigos.
Cuando Gaspar oyó la voz de Rodrigo, no pudo menos que recordar los últimos episodios... Rodrigo llorando, Rodrigo drogado, Rodrigo borracho... Había terminado por alejarse, porque su amigo no mejoraba, y a parte estaba sumiéndose él en una depresión. Para él Cristina también era muy impostante y no podía comprender cmo existía acaso la posibilidad de que se fuera un alma tan pura como aquella. Rodrigo le pidió que se juntaran lo antes posible... Gaspar no pudo menos que aceptar, él seguís siendo unos de sus mejores amigos...
A Ivan, por otro lado, la situación le había enfurecido en su momento. Aborrecía en que se había convertido su amigo, luego del accidente. Aún así lo quería infinitamente. Ivan era Homosexual. Aunque en algún momento se había enamorado de Rodrigo, al poco tiempo se había dado cuenta de que era era algo imposible, y toso ese amor, pasó a ser amistad y un cariño como no exoste otro. Cuando escuchó que era Rodrigo quien lo llamaba, una sonrisa se dibujó en sus labios. Aceptó sin pensarlo dos veces. Esta junta de los 3 amigos sería interesante...

El Pianista 7ª Parte


Al llegar a su casa, se sintió vacía otra vez... Lo había encontrado, sin duda, el pianista que la había cautivado se llamaba Rodrigo Leiva, no Gonzalo como había creído. Todo lo malo que se imaginó ya no importaba... pero ahora se preguntaba como lograría acercarse a él, llegar a sentir confianza, confesarle su amor incondicional, y a parte que este la aceptara...
Nunca se había enfrentado a algo así... Bueno, en realidad sí, pero de eso había pasado muchísimo tiempo...
Cuando aún era una adolescente, conoció a un tipo en uno de los talleres de deporte que su abuela le obligaba a asistir... todo partió como una amistad, pero ella rápidamente se enamoró de él. No sabía que hacer, la situación se le escapaba de las manos... No tuvo mejor idea que preguntarle a sus amigas que hacer y ellas le dijeron que se lo callara, porque si le confesaba sus sentimientos al chico, este se aprovecharía de ella y la tomaría por una mujer fácil, y eso era lo pero que le podía pasar a una chica. Ella no estaba del todo segura, ella sentía que sería correspondida. Pero nunca llegó a saberlo. Su abuela escuchó una conversación con sus amigas, y la sacó de aquel lugar, argumentando de que tenía que preocuparse de sus estudios si es que quería llegar a ser alguien en la vida. Nunca más lo vio.
Se preguntaba como podría llegar a él, viendo que era un músico y ella una publicista. Pensaba en que podía ofrecerle a aquel maestro que no tuviera, suponiendo que la música lo llenaba todo. También pasó por su mente que estuviera casado, pero canceló ese pensamiento por ser destructivo según su punto de vista. ¡Qué ganas de tener una amiga en esos momentos! Su abuela, su maldita abuela otra vez. Con sus comentarios humillantes no había hecho más que alejar a todo el que se le acercara, dejándola sola en esos momentos. En una etapa de su vida incluso había llegado a convencerse de que tenía razón, pero en estos momentos dudaba de todo, de lo que habían sido sus bases para vivir, en lo que había creído toda su vida, en lo que llevaba haciendo por todos estos años, en donde ahora comprendía que no había sido feliz, y que su vida era una mierda, y que si no hacía algo pronto, ya no habría vuelta atrás...
Ese día, en su trabajo estuvo todo el día averiguando cosas sobre él, para generar el plan o más bien la forma de conocerlo. Lo que esperaba era conocer a alguien que lo conociera para que se lo presentara, pero era muy difícil por los distintos medios en que se movían. Así fue como averiguo que era viudo y que tocaba de vez en cuando en distintos bares. Se propuso, como primera tarea, hacerle un seguimiento para saber que lugares frecuentaba, restorants, cafés, museos, etc. Sabiendo eso, creía ser capaz de poder enfrentarlo...
Por primera vez en mucho tiempo se sentía viva... Sus logros escolares y universitarios jamás la alentaron, ya que no le costaban... Recordaba que de pequeña le gustaba actuar. En su colegio, en una actividad artística, le había tocado ser el papel principal en una obra de teatro... ¡Qué alegría había sentido cuando todo el público se había parado a aplaudirla! Esa vez, sintió que todo lo había hecho con el corazón, por ella y por sus difuntos padres, que siempre la vigilaban desde el cielo. Eso era algo que le había dicho su padre antes de morir. Casi como si lo hubiera sabido siempre, que unos meses después se iría de este mundo. Le había contado que todas la personas que morían, se iban al cielo y cuidaban a sus seres queridos. Esas eran las cosas de las que se aferraba de niña, no le quedaba otra...
Pero ya era toda una mujer. Esos tiempos de ingenuidad ya habían pasado, estaba sola en este mundo, se las tenía que valer por sí sola, porque nadie la ayudaría si es que tenía un problema.
Esta era la oportunidad de su vida de cambiar su destino, lo sabía, y no lo dejaría escapar por nada del mundo...

sábado, febrero 11, 2006

El Pianista 6ª Parte


Rodrigo Leiva era viudo desde hace 5 años. Su mujer, Cristina, por su trabajo, tuvo que partir a Europa en un viaje de negocios. Ese día, como nunca, habían peleado. Rodrigo no quiso ir a dejarla al aeropuerto, y ni siquiera se despidió de ella. El avión se estrelló en el desierto.
Desde aquella vez, sentía que no tenía que vivir. Se culpaba una y otra vez del accidente. Aún despuñes de 5 años no se lo perdonaba. La había conocido en la facultad cuando estudiaba música. Ella estudiaba administración. Desde el primer momento que la vio, supo que sería la mujer de su vida, y no descansó, hasta que por fin se casaron luego de 2 años de ser novios. A esa fecha ya llevaban 6 felices años juntos. No habían querido tener hijos aún, ya que, preferían disfrutar de la vida. Cristina si quería, su mayor sueño era ser madre, pero Rodrigo fue inflexible. Ahora se lamentaba no haberlo hecho, ya que algo le hubiera quedado de su hermosa mujer.
Tocaba piano desde que tenía memoria. Sus padres, ambos músicos, lo criaron rodeado de música, conciertos, recitales de la mejor calidad. Antes de que su esposa muriera, trabajaba como profesor, pero luego de ocurrido el accidente, no pudo soportar mezclarse con gente, menos con jóvenes. Ahora sólo daba pequeños espectáculos, en donde mostraba su melancólica y triste alma, que estaba llena de culpa, y que no podía sanar.
Por supuesto no había mantenido ninguna relación amorosa desde entonces. Sentía que ninguna mujer podía llegar a superar a Cristina. Ella era tierna, dulce, sin dejar de tener un carácter muy firme, de ser sagaz e inteligente, de ser amiga, esposa y mujer a la vez. Unas cuantas mujeres se le habían insinuado, sus amigos querían que rehiciera su vida, pero no había caso, estaba tan convencido de que él debería haber muerto junto a su esposa, que ya no pertenecía a este mundo, que nadie en este mundo sería capaz de llenar el vacío que Cristina había dejado.
Había tratado de suicidarse incontables veces, pero siempre el peso de la culpa no lo había dejado terminar con su tarea. Sabía que era cobarde, y aunque no era religioso, ni tenía mayores creencias, sabía, en el fondo, que su vida era preciada, y no podía desperdiciarla. Sabía también, que por algo estaba ahí aún, aunque a veces perdiera las esperanzas.

Tocar en ese lugar lujoso, en aquel restorant, había sido bueno. Aunque no gustaba de las multitudes, y prefería tocar en el bar de la esquina, hace tiempo que no sentía emoción al interpretar esos temas, temas que había escrito antes de que la tragedia sucediera. Generalmente su repertorio se basaba en melodías tristes, que sólo provocaban que la gente se sintiera desgraciada, aunque una parte, muy pequeña, se sentía feliz, conforme.
Luego de tocar, se levantó y decidió cambiar el curso de su historia. Amaba a su esposa, siempre la había amado, pero por fin comprendió que lo último que ella esperaría sería verlo así, triste, acabado, lleno de culpa, culpa que en realidad no tenía, culpa que casi lo mata por 5 largos años...

sábado, febrero 04, 2006

El Pianista 5ª Parte

Así pasó un mes. El asunto estaba casi olvidado. Siguió su vida tal como era, tuvo una cantidad de citas, que casi le faltaron días para salir.
Su trabajo estaba de lo mejor, sólo por eso, porque le quitaba tiempo, no pensaba en él, el pianista.
Un día, un tipo la invitó a salir (como tantos otros, ¿es que no se cansan?). La llevó al mejor restorant de la ciudad. Curiosamente, esa noche tocaba un respetado pianista. A ella no le importó, la magia se había perdido desde aquel último encuentro, la mención de que tocaba no era trascendental hasta ese momento.
Comieron una apetitosa cena, camarones con salsa blanca, tomaron una botella de champagne. Cuando iban a pedir el postre (frutillas con crema, muy afrodisíaco), un tipo subió al escenario, y presentó al supuesto pianista.
“¡Con ustedes, un pianista de lo que hay pocos. Esos que te emocionan aunque tu día sea el peor, recibamos con un gran aplauso a Rodrigo Leiva!”.
El público presente aplaudió ligeramente, ya que no sabían quien era el sujeto que tocaba.
Era alto, delgado, el pelo desordenado, y una pinta bastante particular, parecía todo menos un pianista talentoso. Francesca lo observó sin notar nada extraño.
Cuando comenzó a tocar, todo cambió en ella. Era él, era su pianista amado, es que realmente la había conquistado, pero… ¿y el otro?. Dejó para después esa pregunta, sólo se dedicó a escuchar tan dulces melodías…
Cuando terminó, la sonrisa que mostraba en su rostro era tan placentera, que su acompañante no pudo más que sentir que la había conquistado. Francesca notó esto, pero no le importó, siempre sucedía…
Cuando llegó a su departamento, no hizo más que pensar en lo que había sucedido. Las respuestas se sucedieron casi por arte de magia, y supo lo que tenía que hacer… buscaría a Rodrigo Leiva por donde fuera necesario. Se sentía viva por primera vez, el pianista sin duda, había robado su corazón…

El Pianista 4ª Parte


Pasó una semana… las cosas siguieron más o menos igual, seguía teniendo sueños, seguía pensando en él, pero podía controlarlo…
Pasó otra semana, y ya no aguantó más… decidió volver a aquel lugar a averiguar la identidad del pianista, para salir de dudas, para ver como era, en una de esas algo resultaba…
Al igual que la primera vez, se vistió con ropa normal, tomando en cuenta que generalmente usaba vestidos de gala.
Entró al lugar. Había muy poca gente, así que no tuvo problemas para encontrar una mesa desocupada, bastante apartada del escenario, quería tener la oportunidad de examinar a fondo al pianista.
Tomó un trago. Pasó el tiempo, y temió que esa noche no se presentara. No fue así, porque cuando creía perder las esperanzas, se subió un tipo al escenario, y comenzó a tocar…
Algo sonaba extraño… el tipo tocaba bien, pero no causó la misma sensación… aún así espero paciente. El show se prolongó por casi una hora. Cuando finalizó, Francesca se acercó para saber de él.
El tipo era bastante normal, mucho menos de lo que ella se esperaba. Cabello castaño oscuro, ojos negros, tez morena.
Cuando llegó a su lado tiritaba. Le preguntó el nombre, el tipo le dijo que se llamaba Gonzalo. Ni siquiera le devolvió la pregunta y siguió caminando. Francesca se desconcertó, nunca los tipos la ignoraban, es más, hacán fila para ella les preguntara el nombre. Trató de hacerle otra pregunta, pero el tipo ya se estaba yendo. Lo único que le dijo fue que estaba cansado, y debía partir cuanto antes.
Francesca sintió que se desvanecía ahí mismo. Todos los planes, las fantasías, pensamientos acerca de lo que sería el primer encuentro se fueron lejos, muy lejos. Se sintió estúpida, traicionada. Por primera vez había sentido que algo podía valer la pena, y en dos semanas, dos malditas semanas, todo se iba a la mierda. El mundo era ahora mucho menos. Lo que pensó que podía ser la salvación, no fueron más que mentiras, mentiras verdaderas…

viernes, febrero 03, 2006

El Pianista 3ª Parte


Despertó sobresaltada, no sabiendo donde estaba, pensando que todo lo que había pasado había sido tan sólo un sueño. Al poco rato comprobó que no era así, la antigua chaqueta a rayas estaba colgada sobre un perchero.
Se bañó con agua fría, lo hacia siempre que sentía que las cosas no estaban bien, para limpiarse de las malas vibras que pudieran existir.
Partió, como todos los días, a hacer su trabajo, pero algo resultaba distinto. La gente parecía aún más distante que antes, y esa melodía... no podía eliminarla de su cabeza, aparecía una y otra vez, imágenes de aquel pianista se sucedían sin cesar, sin dejarle a penas un respiro, un respiro para poder rendir, que era lo importante en esos momentos.
Cuando ya no aguantó más, decidió cancelar la cita de ese día. Vio quien era, lo pensó, y se arrepintió. Era un tipo de una firma importante, una de esas oportunidades que no se pueden aprovechar.
Se puso un vestido rojo, provocador, tentador. Era el que causaba efecto con sólo llevarlo a cuestas. Pero ese día había que admitir que el brillo que irradiaba estaba tenue.
La noche fue desastrosa, no pudo relajarse, el pianista no la dejaba tranquila, imaginaba un mar de fantasías junto a él, a esa melodía, a tantas otras que ese genio sería capaz de crear, sólo para ella...
Cuando llegó a su casa, sintió que se desvanecía, una opresión, un sentimiento de angustia la invadía, se sentía por primera vez vacía, su coartada de mujer feliz ya no servía... ¿A quién quería engañar?
Decidió dormir... pero a veces el sueño nos juega una mala jugada... soñó que se encontraba con el pianista, y este tocaba sin parar, para ella... hasta que de repente el comenzaba a alejarse, y la dejaba sola, sin música, sin compañía, en medio de la ciudad.. despertó llorando y decidió olvidarlo todo, a como de lugar iba a sacarlo fuera de su cabeza, de su mente, él no era nadie, no podía ser alguien, ni siquiera sabía quien era., y ella que era tan distinguida, no podía cegarse por algo tan mínimo, tan insignificante...
Lamentó tener estos pensamientos en su mente, pero sabía que de otra forma estaría perdida...

jueves, febrero 02, 2006

El Pianista 2º Parte


¡Nunca en su vida había oído tal melodía, tan hermosa y triste a la vez! Su corazón se llenó de gozo, luego no pudo evitar sentir melancolía por no haber acudido a ese sitio antes... escuchó sin casi percibir más que los sonidos que salían de ese piano maravilloso...
El hechizo duró hasta que la pieza terminó y todos los asistentes prorrumpieron en aplausos. Francesca sintió que despertaba de un sueño... Salió apresurada de aquel lugar y se alejó casi corriendo... Por primera vez en su vida sentía un real placer, regocijo, alegría, que su corazón parecía a punto de estallar... a la vez sentía miedo... no estaba acostumbrada a las nuevas sensaciones y su vida, que estaba fría, y calculadamente bien, por un momento perdía toda dirección...
Siguió alejándose, no entraba en su cabeza que un desconocido, es más, un pianista sin nombre le hubiera dado tanto a cambio de nada... por otro lado este tipo era un don nadie, generalmente le gustaba que sus parejas fueran gente muy conocida, ya que al día siguiente los contratos hacían fila.
Se sintió insegura, perdida, sin un norte claro que seguir, ¿Qué hacer? Olvidarlo para siempre, o buscarlo incansablemente, hasta hacer de esas melodías, algo suyo...
Por el momento sólo sabía una cosa, tenía que escapar, ir lejos, muy lejos, adonde no encontrara nada.
La calle apestaba, las luces nocturnas no hacían más que cegarla.
Paró un taxi, se dirigió a la estación de trenes, para ir a su lugar favorito, un bosque que de pequeña visitaba con sus padres, y cada vez que podía iba. Sus padres habían muerto cuando ella era sólo una niña. Su abuela, una mujer estricta, llevada por las antiguas costumbres, la había educado para sobrevivir en el mundo, y a la vez pararse frente a todos y no tener que agachar nunca la cabeza. Ella había muerto hace poco, pero a Francesca casi no le importó, con ella había vivido el pero infierno que podía existir, y aunque ya era toda una mujer, aún quedaba el resentimiento.
Todo esto pensaba mientras se encaminaba a la estación. Al llegar ahí, tuvo que frenarse, poner los pies sobre la tierra, y darse cuenta de que no podía abandonar la ciudad así como así, tenía compromisos, trabajos, proyectos que entregar, y sabía que las pérdidas serían millonarias.
Reprimió sus ganas, tomó otro taxi, y volvió a su morada minimalista. Cuando compró su departamento, no tenía claro como quería decorarlo. Su corazón le decía que lo hiciera lo más hogareño posible, pero su mente, como siempre, se impuso a eso. Todos sus colegas siempre hablaban de la Bauhouse, el arte minimalista, de que un publicista tenía que tener buen gusto, etc. Y aunque ella lo admiraba, sentía que eso en realidad era mucho más simple, pero el entorno acabo con eso. Debía admitir que cualquiera que fuera a su casa, admiraba la decoración, el amueblado, los cuadros. Pero Francesca sentía que ese no era su hogar, que era el de otra persona, una mucho más fría, sin duda.
Entró, y aunque esta maniobra la había hecho incontables veces, sintió una punzada que casi la tira al suelo...
Se sacó los zapatos, avanzó lentamente sintiéndose una extraña en su propia casa. Se tendió en su cama, y tuvo una noche sin sueños.

miércoles, febrero 01, 2006

El pianista 1º parte


Francesca era una mujer distinguida. Gustaba de la buena ropa, buen perfume, no reparaba en gastos cuando se trataba de ella y su imagen. Tenía ese aire a modelo top, que muy pocas tienen el privilegio de tener.
Su agenda siempre se encontraba copada, hombres de todas las edades, estilos y riquezas la buscaban para poder impregnarse de ese aire de diva... Aunque a Francesca no le interesaba en lo más mínimo toda esta locura, la disfrutaba porque de una u otra forma, era agradable sentir que le importaba a alguien... sin duda esta era una vida bastante vacía, pero a ella la tenía sin cuidado, tenía una vida profesional excelente, recibía cuantiosas ofertas, las cuales las tomaba sin miedo, y por supuesto siempre salía victoriosa. Era una publicista de las mejores, a su corta edad de 30 años. Sólo por eso se le perdonaban sus constantes salidas.

No era feliz, pero tampoco era infeliz. Se refugiaba en que lo tenía todo, todo lo que una mujer podría querer, dinero, hombres y libertad...
Un día como cualquier otro, decidió hacer algo distinto... no sabía que en un principio, hasta que a su mente llegó la respuesta... Siempre usaba la técnica de creer que tenía todas las respuestas en su mente, por lo que sólo tenía que encontrar la respuesta que buscaba... Cada vez que iba a su trabajo, pasaba fuera de un bar, un tanto de mala muerte, en donde siempre se veía un cartel de que un prestigioso pianista tocaba cada noche, para deleitar con su música a los auditores....
Siempre había sentido la curiosidad de acudir a tal lugar para conocer al pianista misterioso...
Esa noche, muy extrañamente, no tenía ninguna cita planeada. Al principio se inquieto, pensando que quizás sus encantos ya no eran los mismos de antes...
Pese a eso, formuló su plan para ir a visitar al pianista...
Esa noche, quería pasar desapercibida, así que tomó un simple pantalón negro, una camisa blanca para contrastar, y su antigua chaqueta negra a rayas, maquillaje suave, y un perfume que sólo usaba cuando quería pasar desapercibida...
Estaba emocionada, hace mucho tiempo que no hacía algo fuera de lo común, algo desconocido, donde ella no fuera la reina y señora de la noche. Entró y sus piernas tiritaban de miedo y nerviosismo, no pudo mirar a nadie. A lo lejos divisó una mesa desocupada y pasó a tomar posesión de ella...
Iba a pedir un trago, cuando escuchó que en el escenario alguien caminaba, se sentaba y comenzaba a tocar el piano...








Estaba AnGeLiTo De La ViDa en el metro muy aburrida, cuando se le ocurrió esta historia... Aún no esta completa, y esto es menos de lo que escribí, pero la publicaré por partes para no aburrir a mi respetable público...