Despertó pensando en la tal Francesca. No sabía porque, creyó en un momento que quizás la había conocido en otro lugar, porque siempre olvidaba fácilmente las nuevas caras, pero no, en el fondo sabía que era una energía nueva la que ella le había entregado en ese corto momento. Sabía que no era atracción física, tampoco sentimental, era algo que traspasaba esos límites, como si con ella encontrase la paz… Por otro lado, intuía que era una persona muy sola, por lo que le había contado Ivan, era una mujer muy cotizada en el medio, pero jamás se le había visto con una pareja estable. Luego de la muerte de Cristina, era una de las primeras cosas por las que se interesaba realmente. Sentía que algo podía hacer por ella, no sabía que ni porque, pero por lago había entrado en su vida.
Le pidió a Ivan que la contactara, para que se vieran un rato, pero sin decirle a ella que él iría. No sabía porque, pero quería que ella no supiera que él estaría ahí, como para poder notar las reacciones más a flor de piel.
Llegó temprano, para tener oportunidad de observarla en todos sus movimiento.
Cuando llegó Francesca, Rodrigo quedó realmente impresionado por su belleza. En el 1º encuentro, estaba seguro de que ella estaba mucho más simple, lo que no le molestaba en lo absoluto, pero no podía negar que esa noche brillaba más que una estrella.
La vio caminar y atraer las miradas de los hombres de las mesas más cercanas. La vio reír, y con ello reír a todo el que tenía a su alrededor. Pero notó algo extraño, aunque se le veía radiante. Estaba preocupada, esperaba a alguien, no dejaba de sonreír, pero en el fondo, Rodrigo pudo ver la soledad contenida durante años. Imaginó una niñez, una adolescencia perdida, robada, y sintió lástima… no le gustaba ese sentimiento, pero no había podido evita sentirlo…
Se decidió a ir a la mesa… Cuando llegó, notó el mismo brillo misterioso en los ojos de Francesca como la 1º vez, y supo de inmediato que algo sentía ella hacia él, su sonrisa cambió, de ser hermosa por naturaleza, pasó a ser bella porque era una felicidad real.
De repente, y aunque se lo había negado incontables veces, se hizo la pregunta que temía y que no sabía la respuesta: ¿Qué tenía, para que ella se fijara en él?
La noche avanzó rápida, fue una velada entretenida, y sólo por probarla, decidió no tratar de indagar más allá, y esperar que ella tomara la iniciativa. Primero, porque hace años que no cortejaba a nadie, y el recuerdo de Cristina siempre estaba vivo como para comparar a cualquiera con ella, lo que implicaba que ninguna mujer era lo suficientemente buena. Y segundo, porque era la única forma de comprobar que sus hipótesis era correctas, ya que todo lo analizado podía ser sólo producto de su imaginación.
Se despidió como si nada, caminó hacia la entrada, pero antes de salir, se giró para verla por última vez… sus ojos se encontraron con los de ella, notando un pequeño rubor en sus mejillas. Se dio vuelta y caminó por la calle 33, esperando que al otro día se hiciera presente la llamada de Francesca…
Le pidió a Ivan que la contactara, para que se vieran un rato, pero sin decirle a ella que él iría. No sabía porque, pero quería que ella no supiera que él estaría ahí, como para poder notar las reacciones más a flor de piel.
Llegó temprano, para tener oportunidad de observarla en todos sus movimiento.
Cuando llegó Francesca, Rodrigo quedó realmente impresionado por su belleza. En el 1º encuentro, estaba seguro de que ella estaba mucho más simple, lo que no le molestaba en lo absoluto, pero no podía negar que esa noche brillaba más que una estrella.
La vio caminar y atraer las miradas de los hombres de las mesas más cercanas. La vio reír, y con ello reír a todo el que tenía a su alrededor. Pero notó algo extraño, aunque se le veía radiante. Estaba preocupada, esperaba a alguien, no dejaba de sonreír, pero en el fondo, Rodrigo pudo ver la soledad contenida durante años. Imaginó una niñez, una adolescencia perdida, robada, y sintió lástima… no le gustaba ese sentimiento, pero no había podido evita sentirlo…
Se decidió a ir a la mesa… Cuando llegó, notó el mismo brillo misterioso en los ojos de Francesca como la 1º vez, y supo de inmediato que algo sentía ella hacia él, su sonrisa cambió, de ser hermosa por naturaleza, pasó a ser bella porque era una felicidad real.
De repente, y aunque se lo había negado incontables veces, se hizo la pregunta que temía y que no sabía la respuesta: ¿Qué tenía, para que ella se fijara en él?
La noche avanzó rápida, fue una velada entretenida, y sólo por probarla, decidió no tratar de indagar más allá, y esperar que ella tomara la iniciativa. Primero, porque hace años que no cortejaba a nadie, y el recuerdo de Cristina siempre estaba vivo como para comparar a cualquiera con ella, lo que implicaba que ninguna mujer era lo suficientemente buena. Y segundo, porque era la única forma de comprobar que sus hipótesis era correctas, ya que todo lo analizado podía ser sólo producto de su imaginación.
Se despidió como si nada, caminó hacia la entrada, pero antes de salir, se giró para verla por última vez… sus ojos se encontraron con los de ella, notando un pequeño rubor en sus mejillas. Se dio vuelta y caminó por la calle 33, esperando que al otro día se hiciera presente la llamada de Francesca…
2 comentarios:
Hola amiga!!!
Sólo pasaba a saludarte, ya q tengo una vida bastabte agitada...
jajaja tú lo sabes.
Cuidese mucho, un beso.
PD: pase a postearme, jejeje
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